martes, 6 de noviembre de 2007

Una crítica de Industria, luz y magia.

Tenemos a Bardy, un caballero que, desde que se quedara huérfano en su más tierna infancia, ha decidido dedicar su vida a la caza de dragones y a su otra gran pasión: intentar conquistar la mano de la princesa Rosamunda, quien sólo atenderá a sus peticiones cuando reúna la riqueza necesaria y haya hecho los suficientes méritos.
Goro, un terrible mago que vive de la limosna de las gentes, posee un libro de hechizos que no sabe leer puesto que no entiende el idioma shumerio antiguo. Y además, siempre se equivoca. Dzog, un dragón famélico cuyo sueño, al igual que el romántico Bardy, es pedir la mano de Gueyla, una rica dragona que vive en un reino aún más rico, Sandiria, fronterizo con el de Dzog. En fin, tenemos Landiria, un reino pobre gobernado por un rey borracho, con una hija caprichosa y pretenciosa y con unos campesinos ahogados de impuestos incapaces de prosperar mientras que sus vecinos sandirios y quiriquios les acucian con las deudas. ¿Los elementos de una gran novela? Analicémoslo.
Bardy convence a Goro de que realice un hechizo para poder matar al dragón Dzog y así impresionar a Rosamunda pero Goro, incapaz de leer correctamente el libro y ayudado por un gurguilo (criatura de la suerte de Landiria) teletransporta a los tres personajes a un estudio cinematográfico de Hollywood. Una vez allí y pese a su lamentable y sorprendente aspecto, no les cuesta trabajo triunfar como estrellas del cine, reuniendo cantidades desorbitantes de dinero y fama. Pero siempre hay un descontento. Bardy añora aún a su princesa Rosamunda y convence a Goro y a Dzog para volver a Landiria y pedir su mano. Una vez allí, ayudados por el gurguilo, claro está, impresionan al rey con las joyas y otros enseres que han traído de Hollywood (más bien con el whisky) y Rogonal concede la mano de Rosamunda a Bardy. Pero Rosamunda pronto se convierte en una terrible compañía, su interés por Bardy decae a la vez que aumenta su pasión por las películas que su marido ha traído de Hollywood y se enamora del actor de culebrones Sandorag, a quien ve por todas partes, sobre todo en los momentos más inoportunos de acción sexual. Pero el que fue el pacífico (aunque adeudado) reino de Landiria, es atacado ferozmente por una tribu de salvajes a los que Bardy, con la instrucción de un ejército logra vencer, exterminando su raza. Sin embargo, los problemas no se acabarán ahí, mientras Dzog es expulsado de la cueva de Gueyla tras haber entrado en celo, una nueva horda llega a tierras landirias. Pero esta vez no se trata de los pacíficos salvajes semidesnudos, sino que los scandanios, también llamados vitenios o caballeros negros, llegan a Landiria arrasando con todo a su paso. Conquistan todas las aldeas circundantes y llegan al castillo de Rogonal. Cuando el ejército de Bardy es derrotado, Goro consigue esbozar el conjuro que los llevará de nuevo sanos y salvos a Hollywood, al mismo día en que lo habían abandonado, aunque esta vez, les acompañará Rosamunda. Pero en Hollywood, Bardy no es feliz. Añora a Jelga, una criada que curó sus heridas tras la batalla contra los salvajes y Rosamunda, cada vez más, se convierte en una perversa esposa, que no quiere cumplir con sus tareas domésticas ni ser la abnegada ama de casa que Bardy se merece. Por ello, Bardy ansía volver a Landiria para liberarla de los caballeros negros y crea un fondo de dinero que todos estarán obligados a incrementar con sus salarios para comprar armas modernas que acabarán con el cruel dominio. Cuando pacta con un mafioso la venta de las municiones, jeeps y demás tecnología que llevará a la salvación de Landiria, le traiciona, apareciendo un comando del FBI en el mismo momento en que están pronunciando el conjuro para llegar a su reino. Rosamunda se ha quedado en Hollywood. Una vez allí, los esbirros del FBI, no encontrando más solución que la de luchar contra los caballeros negros, se unen al ejército de Bardy y después de mucha muerte y destrucción, logran echar a los caballeros negros de todos los reinos insulares, haciéndose Bardy con el poder por la muerte de todas las familias reales de la zona. Pero su ímpetu no acabará allí. Intentará conquistar la isla vecina, Brita, y más tarde el continente, a la vez que moderniza el estado que acaba de heredar, convirtiéndose en Señor del Reino Unido. Mientras tanto, su boda con Jelga le ha dado descendencia y Dzog ha conseguido criar a los hijos de Gueyla (quien también ha sido asesinada) mientras Goro se convierte en un prestigioso mago, pero, ante todo, muy rico. La revelación final llegará cuando se enteren que viven en un mundo paralelo al Hollywood que conocieron, representando su estado al de Irlanda (llamado Ere) por la consulta de la Enciclopedia Británica.

Todo esto es la trama que compone el libro Industria, luz y magia de Khristo Poshtakov, comparado con los grandes genios de la fantasía humorística, como el propio Terry Pratchett. Este es el primero de dos volúmenes, cuya continuación se titulará La conquista de América.

En la novela de Poshtakov se aprecia un conocimiento de la mitología escandinava, cuando menos, intenso. Todo el libro rezuma la historia de las islas de Irlanda e Inglaterra (confirmado más adelante) y, aunque es fácil reconocer a los pueblos y las tierras de dicho sistema mítico, si no se tiene iniciación en el mismo, puede resultar muy interesante la comparación. Bien es cierto que al tratarse de una novela humorística, los roles están muy cambiados, pero la confirmación de las suposiciones deja un sabor dulce en la boca de los lectores una vez terminada la novela. Los personajes, al principio, son dignos de una obra pratchiana en tanto que sus aventuras, desventuras y formas de actuar, podrían desarrollarse en el Mundodisco sin resaltar o levantar la voz más allá de lo habitual (y horrísono). La princesa Rosamunda, por ejemplo, es un cómputo de todas las características que no se desean pero se temen de las aristócratas, sus actos, absurdos, representan en muchos momentos gags de exclusiva comicidad a la par que desconcentran y ponen en aprietos al resto de los protagonistas.

Recogida en

http://www.fantasymundo.com/articulos/360/industria_luz_magia_khristo_poshtakov

1 comentario:

Anónimo dijo...

La crítica, que en realidad era más extensa, no está mal, pero creo que no se puede juzgar a un autor como el bueno de Poshtakov sin tener en cuenta lo dificil que es leerle en nuestro país. Aprovecho para felicitar a losa pocos vañientes que se arriesgan a editarlo en España y, sobre todo, ¡Bien por Neverland ediciones!. Hacen falta más iniciativas así